viernes, 31 de julio de 2009

Sandor Clegane, el Perro

Unos dedos de hierro la agarraron por la muñeca antes de que cayera.

- Es una caída muy larga, pajarito - le dijo una voz ronca -. ¿Qué quieres? ¿Que nos matemos los dos? - La risa era áspera como una sierra contra la piedra-. Puede que sí.

"El Perro."

- No, mi señor, os pido perdón. Jamás haría semejante cosa. - Sansa apartó los ojos, pero era demasiado tarde: le había visto la cara.

[...]


- Los verdaderos caballeros - se burló-. No soy un señor, igual que no soy un caballero- ¿Te lo tengo que enseñar a golpes? - Clegane se tambaleó y estuvo a punto de caer-. Dioses -maldijo-. Demasiado vino. ¿Te gusta el vino, pajarito? ¿El verdadero vino? Una jarra de tinto amargo, rojo como la sangre, es lo único que le hace falta a un hombre. O a una mujer. -Se rió y sacudió la cabeza-. Maldita sea, estoy borracho como un perro. Vamos. Tienes que volver a tu jaula, pajarito. Yo te llevaré. Te cuidaré en nombre del Rey.

El Perro le dio un empujón extrañamente delicadoy la siguió escaleras abajo.

[...]


- [...] Un perro morirá por ti, pero jamás te mentirá. Y te mirará directamente a la cara. -Le puso una manobajo la mandíbula y la obligó a alzar el rostro. Sus dedos le hacían daño en la cara-. Es más de lo que se puede decir de los pajaritos, ¿no? No me has cantado nada.

- Sé... sé una canción, sobre Florian y Jonquil.

- ¿Florian y Jonquil? Un bufón y una zorra. No, gracias. Pero añgún día me cantarás, quieras o no.


Canción de hielo y fuego: Choque de Reyes
George R. R. Martin.

jueves, 30 de julio de 2009

Declaración de Intenciones




Los duendes también se encienden, gritan, tiemblan, acarician, sangran. Los duendes también tienen blogs, y no avisan. Los duendes los abren y punto, te los encuentras y piensas "coño, ¿y esto?", pero tienes que mirar, y mientras piensas "vaya gilipollez", te estás preguntando por qué sigues leyendo esa tontería.


¿Por qué duende espontáneo? Por que soy una extraña criatura, y nunca aviso antes de actuar.